Hacer cerveza es la pasión del bogotano Camilo Rojas desde que era estudiante de Química. Un viaje a Alemania le sembró la inquietud, que se convirtió en investigación y pasatiempo. Un día se encontró preparando cerveza en las ollas de su casa.

Es el antecedente de lo que hoy es Chelarte, una fábrica de cerveza artesanal que abrió este año su bar en la zona de la 93, en Bogotá. Han pasado ocho años y en ese lapso, Rojas se graduó, ayudó a montar una empresa de carnes y con esa experiencia decidió lanzarse como empresario, con Andrés Correal, un economista que siempre soñó tener un lugar dedicado a la cerveza. Juntos fundaron Chelarte, hace tres años.

Es la fábrica que sacó primero dos cervezas: Raquel y Carmela. Después llegaron las otras dos que conforman la línea completa: Zenaida, su cerveza negra (oatmeal stout), y Pamela, la rubia y más ligera de las cuatro.

Comenzaron a venderlas en bares y pequeños restaurantes afines con el concepto artesanal, presente incluso en las etiquetas y tapas. Ahora las ofrecen en su propio local. "Nos interesaba poner un lugar que fuera distinto al trillado pub inglés -explica Andrés Correal-. No queríamos un ambiente oscuro, por eso empleamos maderas claras que dan un aspecto más festivo". El bar también fue la manera de entrar en interacción directa con el público: comparten con la gente la experiencia, a quien no conoce su marca le hacen una mini-cata de sus cervezas, de la más ligera a la de sabores más fuertes, le descubren la posibilidad de apreciar los tostados, las notas de caramelo y le ofrecen también comidas pensadas para combinar con la bebida estrella.

Las cuatro chicas: el carácter depende de la levadura. De la más suave a la más fuerte, las cervezas de Chelarte son Pamela (rubia tipo 'summer ale'), de corte refrescante. Raquel ('pale ale'), Carmela ('brown ale') y Zenaida ('oatmeal stout', de más cuerpo y con avena). Esas categorías dependen de la levadura con la que están hechas y su origen, que les da un sabor distinto.